Seguro que todos hemos visto películas, series y cómics sobre zombies, y además de imaginar futuros post-apocalípticos, nos hemos preguntado alguna vez “¿Pueden existir los zombies?” Los científicos también solemos ser algo frikis, y cuando vemos películas o series de zombies, nos fijamos en qué cosas podrían tener sentido científico, y cuáles no son posibles.
Desde que George A. Romero estrenó La noche de los muertos vivientes en 1968, el cine y la televisión se ha plagado de historias apocalípticas zombies, con películas como 28 semanas después, Resident Evil, con sus 7 entregas, 30 días de oscuridad, o llegando al cine español con Rec; así como con series, entre la que sin duda destaca The Walking Dead. Éstas ofrecen un ambiente común: una bacteria agresiva o un virus, diseñados o fruto de alguna mutación, que se propagan entre las personas sobre todo a base de mordiscos y, tras morir, resucitan y transformadas en individuos descerebrados, torpes y renqueantes que se pudren y lo único que buscan es hincar el diente y devorar a cualquier ser vivo que tengan a su alcance. Pero, ¿es esto posible? Vamos a ver los factores que influyen en la posibilidad de convertirte en uno de ellos en base a lo que la ciencia nos aporta.

Zombie por un virus
Para empezar, un virus es un agente infeccioso que requiere de una célula viva para poder colonizarla y así reproducirse. Entonces, si la persona está muerta, sus células también lo estarán. Desde esta perspectiva, dicho virus no podría infectar y propagarse. Por tanto, la premisa fundamental de la gran mayoría de obras relacionadas con este tema se derrrumba.
Descomposición natural
Sin embargo, si existiera un ‘’supervirus’’ que consiguiera levantar a un muerto, el proceso de descomposición natural de un cuerpo reduciría el supuesto apocalipsis zombie a unos cuantos meses. Durante el proceso de descomposición, nuestras células mueren poco a poco, inhabilitando los tejidos de nuestro cuerpo, y por tanto músculos y huesos. Respecto a la locomoción, en los humanos es posible gracias a los vínculos entre los músculos, los tendones, los elementos esqueléticos y demás. Si este sistema falla, no nos movemos apenas, si es que lo hacemos, de ahí que fuese imposible que los zombies se movieran, y mucho menos correr como hacen algunos y derribar a personas vivas. No posible que un cuerpo esté medio destruido y aun así se mueva como si nada. En muchas películas vemos a algunos zombies que son casi esqueletos, que han perdido músculos en piernas o brazos, y que aun así se siguen moviendo como si el hecho de no morir también les diese el poder de moverse como por arte de magia. Si se pierden los músculos, ya no se pueden mover los huesos, así que eso no es posible, simplemente una estrategia visual para causar más terror.
Considerando la falta de cerebro, el sistema nervioso central humano controla toda nuestra actividad muscular disparando señales eléctricas desde el cerebro a las células musculares, que se contraen en respuesta a las órdenes de la materia gris. Muchos zombies parecen sufrir heridas masivas en la cabeza que podrían hacer que el cerebro no funcionase por completo, lo que hace que la idea de caminar sea aún más inverosímil.
Clima terrestre
El implacable clima de la Tierra afectaría a los zombis de muchas maneras. El alto calor y la humedad aceleran el deterioro de la carne podrida al proporcionar las condiciones perfectas para la proliferación de insectos y bacterias, que descomponen todo aquello donde se establecen sus enzimas. Virus, hongos, bacterias y otros invasores microscópicos han socavado la humanidad desde el comienzo de los tiempos. Sin embargo, nuestro sistema inmunológico, rebosante del armamento de los glóbulos blancos, nos mantiene vivos, pero no es así para los zombies: son un caldo de cultivo perfecto para un número incalculable de bacterias, hongos y virus que acortarían rápidamente la vida a sus anfitriones, devorándolos desde dentro hacia afuera.
La trama de The Walking Dead se desarrolla en Atlanta, Georgia, en EEUU, donde las temperaturas pueden llegar a los 32ºC. Nuestros queridos zombies de la primera temporada se »achicharrarían» allí.
Por otro lado, la película 30 Días De Oscuridad está ambientada en Alaska, donde se alcanzan fácilmente los 10 grados bajo cero… ¿Qué le pasaría a los zombies? Pues el invierno haría que los huesos de los zombis se volvieran más frágiles de lo que ya son. Incluso el más mínimo golpe o tropiezo podría hacer que sus esqueletos colapsaran por completo, tal vez incluso por su propio peso.
Eso sin mencionar el deterioro causado por los rayos ultravioleta del sol, los vientos huracanados, la lluvia y el granizo. Quizá este mal tiempo sea uno de los motivos por los que tantos zombies prefieren alojarse en sótanos o cárceles abandonadas, dándonos tantos sustos en numerosas escenas.
Los alimentos de los zombies
Todo ser necesita energía para moverse, y si se mueve sin obtener ninguna fuente de energía (como es el alimento), en algún momento se le tienen que “agotar las pilas”. Por tanto, no es posible que existan seres que se mantengan en movimiento indefinidamente sin alimentarse, como en muchas películas de zombies, que aunque estos no coman, parece que pasan años caminando sin agotar sus energías.
En caso de que nuestros amigos zombies encuentren algún cerebro para alimentarse, éstos podrían seguir caminando en busca de más cerebros para comérselos, como estableciendo una relación entre que si a ellos no les funciona bien el suyo, necesitan comerse otros sanos. Ésta es la idea típica de este género de ficción, donde los zombies buscan cerebros. Es algo que no tiene ningún sentido; dado que no les funciona bien, lo que menos cabe esperar es que sean tan selectivos con su comida. En eso las sagas más modernas van siendo más realistas, mostrando a zombies que se comen cualquier cosa que puedan llevarse a la boca.
Comportamiento zombie
Por otro lado, que algunas personas se comportasen como los zombies sí sería posible. Si hablamos por ejemplo de que caminen y ataquen de manera salvaje, como si no se parasen a pensar lo que hacen; que fuesen capaces de morder e incluso comerse a otra persona, o de avanzar hacia el fuego o algún peligro sin preocuparse por su seguridad, como si su cerebro actuase de forma automática sin pensar, o dicho metafóricamente, como si “no hubiese nadie al volante”. Eso es posible (aunque no fácil) porque bastaría con que algún patógeno atacase ciertas zonas del cerebro. Podría pasar si algún virus, hongo o bacteria dañase las zonas del cerebro (como la corteza cerebral), o que su metabolismo diera lugar a la síntesis de alguna toxina que atacara dichas zonas, que son responsables de nuestros pensamientos más “elevados”, aquellos que nos hacen seres inteligentes, y que permiten que nos preocupemos por otras personas o que seamos capaces de razonar qué cosas son peligrosas para nosotros.
Sin embargo, hay algo que no cuadra en ese comportamiento zombie y que también se repite en películas y series; una característica llamativa, y es el hecho de que en muchas de las sagas, los zombies se reconocen. Forman grupos o “manadas”, y no se atacan entre ellos, sino que se desplazan juntos en busca de personas normales a las que hincar el diente. ¿Tiene sentido que no se ataquen entre ellos? Pues no mucho. Como hemos explicado en el apartado anterior, para comportarse como zombies deberían tener alterado el funcionamiento de su cerebro, por lo que todas las complejas funciones sociales deberían desaparecer. Serían seres violentos y sin ningún tipo de control o limitación. La única cosa que parecería tener sentido es que la carne de los zombies no sea nutritiva ni para ellos, pero no hay motivo para suponer que ellos fuesen capaces de razonar eso.
Podríamos debatir más en profundidad qué pasaría si los zombis se reprodujesen entre ellos, y entrasen en juego cuestiones evolutivas por selección natural, pero aun así, los zombies deberían mostrar agresividad entre ellos. Su mente deteriorada probablemente no sería capaz de desarrollar ni siquiera comportamientos sociales que sí vemos en otros animales. Por lo tanto, no son razonables esas avalanchas de zombies, llevándose »tan bien» entre ellos sin atacarse y todos hacia los humanos, escenas presentes, por ejemplo, en numerosas entregas de Resident Evil. Por tanto, dichas manadas de zombies son una excusa para que haya más tiros, sangre y tensión, que al fin y al cabo, le dan esa emoción que buscamos en este género de ficción.
Por estas razones y más, tranquilo, no vas a tener que comprar armas ni prepararte recursos en un bunker de emergencia, porque de momento, la ciencia nos explica que una invasión de zombies no nos va a invadir. Sin embargo, la biología y la química son dos amigas que pueden darnos sorpresas impensables a lo largo de la historia de la humanidad. Así que, ¡ándate con ojo!
María Fuensanta Llobregat Pérez
wuaaaaaaaaaaa que pasadaaaaaa
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